Arquitecturas restauradas: el Campanil de Nuestra Señora de la Villa
Sobre uno de los puntos más altos de la ciudad de Martos, y visible desde todos sus rincones, se alza majestuoso, sobre un antiguo torreón medieval de la muralla defensiva, el Campanil de Nuestra Señora de la Villa.
Esta construcción, que data del siglo XVII, se halla totalmente realizada en piedra, con aparejo regular de mampostería isódomo y planta cuadrada, al igual que la torre en la que se apoya. Tiene un acceso en la parte inferior, a través de la torre medieval y desde la plaza de Nuestra Señora de la Villa, por una puerta de madera con arco de medio punto, donde por una escalera de caracol embutida en la misma fábrica de piedra, se accede a la base del campanil.
El campanil, antiguo cobijo de un cuerpo de campanas, tiene cuatro vanos de medio punto y ha perdido los elementos que las sustentaban, así como éstas, quedando en los paramentos las marcas de los apoyos de estos elementos. Toda la estructura se encuentra ejecutada en piedra, sillares perfectamente labrados y colocados conformando paredes, arcos, cornisas y cubierta, rematada por una cruz de forja en la parte más alta.
El estado de conservación en el que se encontraba con anterioridad a la intervención era bastante deficiente, habiendo sufrido el paso del tiempo, más de tres siglos, con daños evidentes en sus paramentos y cubiertas. El solado de piedra se había perdido, presentando oquedades en la cubierta, fruto de la pérdida de sillares. Por otra parte, la cornisa de piedra había, en determinados frentes, desparecido, dada la fuerte exposición que sufría a las inclemencias del tiempo.
Han variado mucho las técnicas constructivas y los materiales que empleamos hoy en día respecto a los que se usaba en el Renacimiento, donde con un buen cantero, piedra, arena, cal, agua y mucha dosis de paciencia, se levantaban construcciones como la que nos ocupa, que si bien no reviste la importancia de una iglesia, si se encuentra cargada de simbolismo y referentes, no ajenos al lugar donde se encuentra ubicada. Si bien hoy en día podemos encontrar estos elementos, materia prima de la arquitectura renacentista, cada vez es más difícil encontrar un cantero que trabaje la piedra o una cantera con material adecuado para una intervención de este tipo, además del cambio de la forma de trabajar, que ha variado respecto a cómo se hacía en la época del campanil.
Afrontar una intervención sobre un elemento como éste, que representa un hito en la ciudad, entraña plantearse previamente, cuestiones y aspectos cuyas decisiones se reflejarán, durante mucho tiempo, en su imagen exterior. Estas decisiones no pueden tomarse de forma arbitraria, dado que van concatenadas con otras que en su conjunto conforman un todo. Quizás la más importante de las preguntas a plantearse sea ¿Hasta dónde llegamos en la intervención?
Para poder contestarnos a esta pregunta, es necesario el estudio concienzudo del bien a restaurar y tener claras las ideas y conceptos de intervención, conceptos que han ido variando con el tiempo, y que se han plasmado en numerosos e históricos documentos.
Si observamos detenidamente el estado en el que se encuentra, veremos que se encontraba muy dañada la cubierta y cornisas, zonas más expuestas, presentando a la par los paramentos de la Torre, una pérdida muy acusada del material de rejuntado, habiendo anidado en las oquedades numerosas especies vegetales, que han llegado a instalarse hasta en los puntos más altos de la cubierta.
Respecto a la forma de intervención en estos paramentos, la decisión no era complicada: un picado de los rejuntados de los paramentos eliminando los restos de intervenciones inadecuadas anteriores o en mal estado, limpieza con cepillo, agua y jabón neutro y nuevo rejuntado con mortero de cal, un mortero realizado a base de arena, agua y cal, intentando obtener una mezcla lo más parecido a la original, para lo que se emplea en éste una arena que provenga de piedra similar a la existente. Se remata la superficie con un hidrofugante, de forma que la incidencia del agua sea lo menos dañina posible.
En los vanos de medio punto de la Torre, y con objeto de acoger las campanas, existen unos huecos de sección cuadrada donde se apoyaban los herrajes que las sustentaban, que, al no existir éstos, era puerta de entrada de humedades y vegetación, transmitiéndolas a los paramentos piedra y en consecuencia dañando éstos. Se ha optado por “cegar” estos huecos con piedra, rehundiendo el nuevo aporte, de forma que quede patente tanto la disposición de estos elementos como su geometría, de forma que sea posible un uso futuro, si éste procediese.
El solado era otro de los elementos perdidos, para lo que se ha procedido a utilizar una piedra natural, de forma que aguante adecuadamente el paso del tiempo, colocada en forma de espiga, similar a como se encontraba dispuesta originariamente a partir de los restos que allí se encontraban.
Quizás más complicada ha sido la decisión de intervención en la cubierta, ejecutada en su totalidad en piedra. Se ha perdido un alto porcentaje de cornisa en el perímetro del alero, el más expuesto al agua, lo que ha provocado daños en el cuerpo inferior, dado que la escorrentía natural del agua incidía directamente en ésta. Éste hecho, unido a que el tipo de piedra empleado, excesivamente blanda y deleznable, ha provocado los daños irreparables que hoy vemos en ésta.
El decidir reponer la totalidad de la cornisa, teniendo en cuenta que existían restos de ésta, implicaba competir con la arquitectura de la época, pudiendo provocar una desvirtualización del edificio, al establecer un fuerte choque entre arquitecturas, materiales y acabados, de diferentes épocas.
Por otra parte, se hacía necesario intervenir, dado que la inexistencia de la cornisa estaba provocando daños en los paramentos inferiores, al discurrir el agua directamente de la cubierta a los sillares de la parte inferior.
Para solventar este dilema, se ha optado por colocar únicamente las piedras necesarias para evitar estos daños, insertando piezas de piedra en la cornisa labradas, en aquellas zonas donde se hacía más necesaria la reposición. Estas piezas se han trabajado con la misma geometría que la existente original, habiendo dispuesto en ellas marcas labradas, de forma que se diferencien las originales de las que ahora se colocan. Para anclarlas, se han utilizado varillas de fibra de vidrio, resina epoxídica y mortero de cal, elementos algunos de ellos que, si bien no se utilizaron durante su construcción, son inevitables para conseguir una adecuada puesta en servicio del nuevo material. De esta forma, el alero ha quedado conformado en su totalidad, habiendo repuesto piezas en tramos de cornisa que se habían perdido completamente, de forma que, a la par de proteger los paramentos inferiores, haya una lectura adecuada de éste desde el exterior.
Con la intervención realizada, no se ha pretendido devolver ese brillo que el campanil debía tener en la época en la que doblaban las campanas, dado que es inevitable el paso del tiempo y la mella que éste hace, aunque si dignificarlo y que recupere parte de la imagen que tenía.
Todavía queda intervención que ejecutar, solo se ha llevado a cabo la fase de adecuación del campanil, no habiéndose llevado a cabo su puesta en valor, haciéndolo visitable y recuperando las vistas que desde este lugar privilegiado se dispone de la villa de Martos.